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Publicado el miércoles, 29 de octubre de 2014.
Autor: Patricia López Izquierdo
Tiempo medio de lectura: 5 minutos y 3 segundos
No ofrecer, no negar. Cuatro palabras bien pensadas para realizar un destete respetuoso con nuestro hijo. Tan ciertas como perfectamente... inútiles.
Intentaré abordar el problema del destete como lo que yo creo que es: un conflicto. Seamos realistas, cuando las palabras anteriores funcionan (que a veces lo hacen), el destete se convierte en una especie de suave transición más o menos larga, dependiendo de cual sea la edad del bebé, y no requiere mayor análisis. Será vivida y recordada con total normalidad por ambas partes. En este artículo hablaremos de los otros casos. De cuando la madre está saturada, desbordada o simplemente harta de amamantar y a la vez (o precisamente por ello) el niño está enganchadísimo, solo piensa en la teta y quiere mamar a todas horas. Dos posturas aparentemente irreconciliables.
Ante todo hay que aclarar que cada destete, como cada lactancia, es una experiencia única e irrepetible. Por eso, cada madre (que es la que mejor conoce a su hijo) ha de tomar sus propias decisiones de forma libre, autónoma y bien informada. Un destete impuesto por terceros, sean familiares, médicos o, peor aún, la pareja, no es aceptable en ningún caso.
Si la madre ha decidido que va a destetar, adelante. Si el niño muestra su más profundo desacuerdo y se resiste, tengámoslo en cuenta. Escuchémosle y, si aún así creemos que destetar es lo mejor para todos o sencillamente que para nosotras no hay ninguna otra salida, intentemos hacerle el trago lo más llevadero posible.
En ocasiones, negociar el número de tomas o su duración (acortándolas cada vez un poco más) puede ayudar. A veces, eliminar las tomas nocturnas es lo más perentorio para la madre y se podría intentar con la colaboración de la familia, especialmente del padre, que deberá sobrellevar el duro trabajo del acompañamiento nocturno durante el destete. Hay niños que lo aceptan en poco tiempo (días o semanas) y que, a veces, incluso luego duermen mejor. Otros no. Siempre será mejor que pueda ser algo paulatino, progresivo y gradual.
Si el pequeño ya habla sería importante verbalizarlo todo con él, explicarle pormenorizadamente nuestros sentimientos, nuestras sensaciones, por qué estamos cansadas y queremos dejarlo y que le seguimos queriendo, solo que se lo vamos a demostrar de otras formas. Siempre escuchándolo y validando sus sentimientos, diciéndole que comprendemos que a él le gusta mucho mamar y que sabemos que le gustaría seguir. A veces ayuda poner una fecha límite para ayudarles a racionalizar el proceso.
Hay madres que deciden fingir daño en el pecho colocándose unas tiritas o que optan por ponerse en los pezones sustancias extrañas y desagradables para instar al niño a rechazarlo. Personalmente me parece aceptable solo como una última medida desesperada, ya que implica directamente una falta de respeto por el niño o la niña. Un engaño es siempre poco ético.
En este punto me gustaría indicar que el destete es un proceso, no un acto aislado, y que siempre se puede parar. También se puede dar marcha atrás. Si vemos que las cosas toman mal cariz, que el niño sufre mucho, que la madre no lo pasa mejor... no pasa nada, lo dejamos y ya lo retomaremos más adelante. O no.
Porque después de un intento de destete también podemos decidir seguir amamantando, sobre todo si la causa que desencadenó el destete empieza a remitir o desaparece, como por ejemplo en los casos de agitación del amamantamiento.
Como decíamos al principio, destetar muchas veces es un conflicto. Ojalá no tuviera que serlo, pero con negar la realidad no ganamos nada. El primer paso para superar un conflicto es aceptar que lo es. Si el bebé no quiere dejar de amamantar no existe una forma de destetarle "sin que sea traumático para él", porque lo traumático es el destete en sí, el "negarle la teta" y no tanto la forma de hacerlo. Un destete es una ruptura; se trata de poner fin a una forma de relación, a la relación física que teníamos establecida a través de amamantamiento.
¡Claro que podemos (y debemos) amarlos de otros modos e intentar compensarlo con otras atenciones! A menudo ellos aceptan el cambio con bastante rapidez y no poca ecuanimidad. Los niños son extremadamente flexibles, benevolentes y además están en constante evolución. No hay que olvidar que un niño muy demandante hoy puede dejar de serlo en muy pocos meses o en cuestión de semanas.
En los destetes realmente unilaterales, unas cuantas crisis de llantos y pataletas son prácticamente inevitables. Cómo aceptar y gestionar estas crisis de destete es algo que cada madre debe intentar llevar a cabo de la mejor manera posible. Yo solo invito a reflexionar sobre ello, sin perder nunca de vista que la decisión es nuestra y que será algo que le impondremos desde una posición de poder.
Para finalizar, pondré una pincelada personal y os contaré el destete de mi hijo Román, que fue dirigido pero largo y nada conflictivo. Cuando cumplió 4 años le expliqué que a los 5 dejaríamos la lactancia pues creía que ya había mamado por suficiente tiempo. Estuvo de acuerdo, aunque sé que probablemente si fuera por él seguiría mamando aún. El día de su quinto cumpleaños por la mañana tuvimos nuestra última toma de la que me acordé de sacar algunas fotos. Tuve ganas de destetar varias veces y bastante tiempo antes, sin embargo nunca me sentí con fuerzas ni con autoridad moral suficiente como para hacerlo. Suelo decir (medio en broma medio en serio) que las que prolongamos mucho la lactancia tan solo es por ahorrarnos el arduo trabajo y el probable conflicto... de destetar.
Creo que hay que ser muy decidida y/o tener muy buenas razones para destetar a un niño que desea seguir mamando a toda costa.
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Patricia López Izquierdo es veterinaria, IBCLC hasta 2021, asesora de lactancia y madre de 4 hijes.
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