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Publicado el martes, 17 de marzo de 2015. Revisado el miércoles, 01 de abril de 2015.
Autor: María Berrozpe
Tiempo medio de lectura: 8 minutos y 60 segundos
Una de las mayores preocupaciones de los padres de un bebé pequeño suele ser cómo deben poner a dormir a su hijo. Lo "normal", según lo que vemos a nuestro alrededor, es colocarlo en una cuna, al principio en la misma estancia en que nosotros dormimos, pero con el objetivo de sacarlo en unos pocos meses a la suya propia. De hecho, una de las primeras cosas que preparamos ante la llegada del bebé es "su habitación", como si la existencia de este espacio separado del nuestro para dormir fuera una necesidad vital de nuestro recién nacido.
Pero los planes del bebé suelen ser muy diferentes a los nuestros. Él no entiende, todavía, de tradiciones culturales, solo de instintos. Y su instinto es muy claro: necesita estar en contacto continuo con su madre. Ser separado de ella supone un malestar intolerable que frecuentemente le hará irrumpir en llanto tanto de día como de noche. Y es precisamente por la noche cuando esta situación puede volverse insostenible.
Muchos padres no tardamos en descubrir que las insoportables noches de despertares, llantos y viajes entre nuestra cama y la cuna de nuestro hijo tienen una solución muy sencilla: meterlo en la cama con nosotros. Pero entonces chocamos de frente con una de las tradiciones más arraigadas en nuestra cultura occidental: el sueño en solitario de nuestros hijos, que no solo es defendida a ultranza por nuestros amigos, vecinos y familiares varios, sino también por nuestro pediatra, enfermera de pediatría o comadrona que, además, nos señalará el inminente peligro de muerte súbita al que exponemos al bebé cuando lo metemos en nuestra cama.
Ante esta situación, los padres solemos sentirnos bastante perdidos. Algunos optarán por seguir insistiendo en el sueño en solitario, cueste lo que cueste, lo que suele conllevar la aplicación de algún método de adiestramiento. Algunos de estos métodos son realmente insufribles, como los basados en "dejar llorar", mientras que otros, mucho más respetuosos, van a necesitar una gran inversión de tiempo y esfuerzo que puede traducirse en un buen número de noches difíciles para todos.
Otros optamos por dejarnos llevar por nuestro "instinto" y decidimos dormir con nuestro bebé. Pero esta decisión tampoco es fácil. Ya no son las amenazas de que "nunca te lo sacarás de la cama" de nuestros allegados. Lo peor es la terrible sombra de la muerte súbita del lactante (SIDS por sus siglas en inglés) que ronda sobre nuestras cabezas. Pero, ¿qué hay de cierto en esta creencia? Realmente aumentamos el riesgo de SIDS colechando con nuestro bebé.
Según los científicos del sueño infantil, dormir con nuestros hijos en la misma habitación, al menos durante el primer año de vida, es altamente recomendable, porque reduce drásticamente el peligro de SIDS. Pero el colecho (entendido como bedsharing, esto es, dormir con un bebé en la misma superficie) despierta más controversias. Por un lado, todos parecen estar de acuerdo en que practicado de manera segura no supone ningún riesgo después de los tres meses de edad. Pero hasta ese momento esta pregunta continúa todavía abierta. Mientras algunos investigadores aseguran que el colecho es un riesgo independiente (o sea, que actúa en ausencia de cualquier otro riesgo) de SIDS antes de los tres meses, otros afirman que este peligro no está en absoluto demostrado. Según este segundo grupo de investigadores, si respetamos una serie de condiciones de seguridad (ver tabla adjunta), el colecho debería ser un factor de protección, dado que el sueño del bebé que colecha con su madre es diferente al del bebé durmiendo en solitario, lo que podría tener unas importantes implicaciones, muchas todavía desconocidas, tanto para el desarrollo saludable del bebé como para su seguridad durante el sueño (para más información sobre las discrepancias existentes entre los investigadores consultar el Capítulo 4, apartado 4.2.1 de El debate científico sobre la Realidad del sueño Infantil).
Y, mientras el mundo científico sigue con su debate, ¿qué hacemos nosotros? ¿Colechamos o no colechamos?
Condiciones para un colecho (entendido como compartir cama o bedsharing) seguro.
Generalmente, ante la duda, los padres buscamos las recomendaciones al respecto de diferentes organismos oficiales. Pero en este tema tan controvertido encontramos bastante diversidad, dependiendo de a qué tendencia de las antes citadas pertenecen los miembros del comité que las han escrito. Por lo tanto, y ante la falta de unanimidad entre los expertos, solo nos queda evaluar las diferentes recomendaciones y elegir la opción que mejor se adapte a nuestras necesidades, creencias y filosofía de vida.
A continuación presento una recopilación de las últimas recomendaciones de los principales organismos. El rango de variabilidad es importante: desde las más conservadoras (como la Asociación Americana de Pediatría, que desaconseja absolutamente el colecho) hasta las más abiertas y acordes con la evidencia científica más actual. Cabe destacar que, con el paso del tiempo, muchos organismos han ido abriéndose a la aceptación del colecho, siempre señalando unas condiciones de seguridad muy concretas (ver tabla adjunta), dada su importancia demostrada en el desarrollo saludable del bebé y en el establecimiento de una lactancia materna exitosa.
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María Berrozpe, PhD, es doctora en ciencias biológicas y autora de "El Debate Científico sobre la Realidad del Sueño Infantil" y del blog Reeducando a mamá. Es, además, monitora de La Liga de la Leche Internacional.
Documentos de María Berrozpe publicados en Crianza Natural