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Publicado el martes, 09 de febrero de 2016. Revisado el martes, 09 de febrero de 2016.
Autor: Edurne Estévez Bernal
Tiempo medio de lectura: 5 minutos y 10 segundos
Existe una pregunta recurrente relacionada con la lactancia materna: “¿Cada cuánto toma?” Esta pregunta está íntimamente ligada a una respuesta que tenemos, queramos o no, grabada a fuego en el inconsciente colectivo: la falacia de las 3 horas.
En la década de los 60 y 70, cuando se popularizó la alimentación artificial y se promovió la “lactancia científica”, ese era el intervalo estrella de alimentación infantil. Cada tres horas. Ni antes, ni después. Ahora, con la información que tenemos, esto de la lactancia pautada nos puede parecer algo trasnochado, pero no hay que irse muy lejos para ver que sigue teniendo su especial vigencia. Cuando tenemos un bebé al que le cuesta despertar, ¿qué nos dicen? Que le despertemos cada tres horas. Cuando se indica el número de tomas de un bebé recién nacido, ¿qué se suele indicar? Que se garanticen 8 tomas diarias. 24 horas que tiene el día entre ocho tomas diarias... bingo, una toma cada tres horas. Y es que es muy complicado sacarse esto de la cabeza.
Sin embargo, sí que existen profesionales preocupados en saber, a la luz de la evidencia, cuál es la frecuencia óptima de alimentación de los bebés. El conocido neonatólogo sudafricano Nils Bergman realizó una revisión de la bibliografía existente para averiguar la capacidad del estómago del recién nacido. A través de ecografías, estudios postmortem e incluso la cantidad de líquido amniótico que ingiere el bebé intraútero, llegó a la conclusión de que la capacidad del estómago ronda los 20 ml. Es necesario tener en cuenta que el estómago es un órgano con una cierta elasticidad, es decir, que puede variar su capacidad desde un llenado confortable hasta un sobrellenado que “estira” las paredes estomacales hasta su límite, algo que ya no es tan confortable, claro.
A la hora de tratar de establecer una frecuencia de tomas óptima, debemos también saber que los ciclos de sueño del recién nacido son de una hora y que la velocidad de vaciado gástrico con leche materna, es también de una hora. ¿Casualidad? La capacidad del estómago del bebé es de unos 20 ml, que se vaciarán en una hora. Y también, ese bebé dormirá en ciclos de una hora de duración. Para poder consumir la cantidad de leche suficiente para cubrir sus necesidades vitales, el bebé habría de mamar cada hora. Hemos de tener en cuenta que esos 20 ml de capacidad se refieren a los primeros días tras el nacimiento, ya que el estómago, evidentemente, también crece con el bebé y aumenta su capacidad. (¡Pero esto no quiere decir que pasemos a la lactancia cada tres horas!). Además, no es lo mismo el estómago de un bebé que nace con 2 kg que el de un bebé que al nacer pese 4 kg. Nils Bergman comenta que la capacidad aproximada puede calcularse a partir del peso del bebé, a razón de 7 ml de capacidad por cada kg de peso.
Retomando el tema del amamantamiento cada hora, ¿qué ocurre cuando las tomas se espacian más? Un bebé que hace pequeñas tomas cada hora, tendrá sus necesidades alimenticias cubiertas. Si a otro bebé de las mismas características se le espacian las tomas, pongamos por ejemplo a las tres horas que comentábamos al inicio, este pequeño debería ingerir la misma cantidad de leche, pero en un tercio menos de oportunidades. Esto significa que la cantidad de leche que habrá de ingerir en cada toma aumenta considerablemente y, como ya hemos visto, superará esos 20 ml de capacidad gástrica. Sufrirá un sobrellenado del estómago que, además de dolor o incomodidad, puede provocar regurgitación (por rebosamiento) así como paso de leche parcialmente digerida al intestino delgado. Este es el principal motivo que Nils Bergman señala como causante de reflujo y de cólicos en el bebé recién nacido. El estómago sometido a este sobrellenado continuo aumenta su tamaño de manera anormalmente rápida, y esto podría tener consecuencias importantes también en la edad adulta. De forma equivalente, el permanecer un intervalo más largo de tiempo sin ingerir alimento puede causar hipoglucemias (nivel de glucosa en sangre anormalmente bajo), por lo que es preferible que las tomas sean menos copiosas pero más frecuentes.
Nos preguntaremos por qué entonces hay bebés que duermen y duermen, y pasan varias horas “voluntariamente” sin mamar. Para responder a esta cuestión es necesario tener en cuenta la frase de Nils Bergman que dice que “el comportamiento del bebé recién nacido es biológico sobre el cuerpo de la madre, y desorganizado fuera de él”. Por tanto, el bebé que no permanece sobre el cuerpo de su madre no presenta un comportamiento fisiológico normal y natural, sino que pone en marcha mecanismos de defensa ante el estrés de la separación, como lo es el permanecer en “stand by”. Si nos encontramos con un bebé que duerme demasiado, la solución no es despertarle, sino colocarlo sobre su madre. De esta manera, su comportamiento volverá a ser organizado nuevamente.
Como resumen, y a la luz de la evidencia, podemos decir que la frecuencia óptima de alimentación en el recién nacido sería al menos una toma cada hora, coincidiendo con la velocidad de vaciado gástrico y los ciclos de sueño. Si pensamos en bebés que necesitan suplementación, esto puede parecernos tremendamente engorroso... pero también Bergman comenta que podemos darle la vuelta y pensar que a la madre le va a resultar más sencillo extraerse (si es el caso) una pequeña cantidad (20 ml) cada hora que 60 ml cada tres horas. De la misma manera, ofrecer con jeringa, vasito o incluso biberón 20 ml de leche cada hora va a resultar más rápido y fácil que ofrecerle 60 ml cada tres horas. Y va a ser más sano y menos estresante para el pequeño.
La naturaleza determina que el contacto ininterrumpido, piel con piel, y la no separación son factores determinantes para el comportamiento biológico del recién nacido, y también de la madre.
Bibliografía:
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Edurne Estévez Bernal es madre de tres hijos, maestra y asesora de lactancia, y forma parte del equipo de redacción de Crianza Natural.
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