Si aún no lo has hecho, suscríbete a nuestra web
Rosa Sorribas
Publicado el viernes, 27 de noviembre de 2015 en Genéricos
Ya hace años que El Corte Inglés nos anuncia el inicio de la primavera, que los anuncios de la lotería y de cava advierten de la proximidad de la Navidad y que por San Valentín o Sant Jordi tenemos que comprarle algo concreto a nuestro/a amado/a. La comercialización de nuestra vida y los regalos obligados por nuestros cumpleaños, Navidades o Reyes han cambiado el sentido original de lo que decía Antoine Saint Exupery: "lo más preciado es invisible a los ojos". Ahora, además del Papá Noel rojo (recordemos que era verde y que CocaCola cambió el color), tenemos el Black Friday. La idea original es que el viernes siguiente al Día de Acción de Gracias, los comercios aplican descuentos fuera de lo normal para atraer a compradores previsores que quieren realizar sus compras navideñas. Pero parece que el tema se ha salido de madre.
Dicen que muchos comercios suben los precios unos días antes para que, con el descuento, queden al precio normal. No sé cómo le llaman los economistas a esta práctica, pero a mi se me ocurre que es un engaño. Otros dicen que sacan los excedentes que no han podido vender y esperan que con la locura colectiva la gente se anime y puedan quitárselos de encima. ¿Realmente necesitamos esta locura para eso? Tal vez las rebajas, la proliferación de outlets durante todo el año o los mercadillos tradicionales de los pueblos y pequeñas ciudades resulten más adecuados para ello. Además, quienes se benefician de estas ventas no son solo las grandes empresas que ven una salida a su estoc, sino también los pequeños comerciantes autónomos que, haga frío o calor, montan su parada en los espacios reservados abonados previamente a nuestros ayuntamientos.
Seguro que existen másters sobre cómo engatusar al consumidor para que compre más, y este día es un claro ejemplo. Si está barato, ¿por qué no comprarlo aunque no lo vaya a usar? Una cosa es que necesitemos algo concreto, como un televisor o un viaje, y esperemos a esta rebaja, y otra es que, además, le añadamos una batidora o un aspirador, que hace que el posible ahorro se tire por la borda. Creemos que somos suficientemente inteligentes, pero nos olvidamos de que ellos lo son aún más.
Podríamos pensar que las rebajas de enero o de verano son similares y, hasta cierto punto, así es, pero ya estamos mucho más acostumbrados a ellas y podemos reconocer las trampas. Además, no son algo que se concentre en un solo día, sino que es algo planificado por el pequeño comercio para deshacerse de un inventario que no ha podido vender durante la temporada (o al menos así era antes de la crisis). Hoy en día, mucha gente espera las rebajas para comprar la ropa que necesita. La diferencia es que son unas reglas del juego comercial conocidas y no nos invade esta locura concentrada en un día.
En realidad, están apareciendo muchos movimientos en contra de este día. Muchas personas tienen que trabajar largas horas por un salario irrisorio y están empezando a decir que no. Muchos grupos de conciencia social están denunciando la agresividad en el consumo que estas iniciativas promueven. En más de una ocasión, la policía o los servicios de seguridad, reforzados para esta situación, han tenido que intervenir en peleas para conseguir un producto rebajado.
Según el fundador de Money Saving Expert, Martin Lewis, "la mayoría de ofertas no son especiales", y recomienda vigilar lo que se compra. "Sobre todo, recuerden, si no quieren algo, no lo necesitan o no pueden pagarlo, no lo compren", matizó Lewis.
En Crianza Natural hace ya varios meses que seguimos otra estrategia para vender aquellos productos con algún pequeño defecto, que tenemos en exceso o que preferimos dejar de comercializar. Todos los beneficios van destinados a alguna ONG. Hemos colaborado con "Apilam", "Els amics del Nepal", el "Instituto de Malformaciones Faciales" y "Médicos sin Fronteras". Creemos que es una mejor acción para dar las gracias.
Compártelo: