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El primer mes

Publicado el lunes, 07 de abril de 2003. Revisado el miércoles, 23 de septiembre de 2009.
Autor: Rosa Sorribas
Tiempo medio de lectura: 7 minutos y 41 segundos

Cuando empieces a sospechar que estás embarazada, tu cuerpo ya te habrá enviado algunas indicaciones. Normalmente las sospechas se confirman con un test de embarazo comercial o con un análisis de sangre. Ambas pruebas detectan la existencia (o ausencia) de la hormona gonadotrofina coriónica que confirma que la creación del nuevo ser ya ha empezado.

Los primeros signos de embarazo pueden ser:

  • Fatiga: Los cambios que tu cuerpo está produciendo necesitan mucha energía y no te permiten realizar algunas actividades extenuantes, o simplemente resistir el sueño después de cenar.
  • Náuseas y vómitos: Lo habitual es que por la mañana no sólo te cueste más levantarte, sino que te marees y no llegues al baño para vomitar. Incluso un vaso de agua puede causar arcadas. Acostumbra a ocurrir al levantarte, pero puede durar todo el día. Se sospecha que forma parte de un sistema de protección del cuerpo de la mujer durante la etapa más delicada de la formación del bebé.
  • Manchas de sangre: En ocasiones, durante los primeros meses, se continúa con la menstruación aproximadamente en las mismas fechas en las que se tendría el periodo, causando cierta confusión.
  • Refinamiento del olfato: Otro de los mecanismos de protección del embarazo es el rechazo a ciertos olores como el tabaco, el café o la contaminación.
  • Picotear: Los antojos no son más que necesidades que tiene el cuerpo de un cierto nutriente que se traducen en cambios en la alimentación. Además, a menudo el malestar general hace que se tome mayor número de comidas con menor cantidad de alimentos.
  • Cambios en los pechos: La areola empieza a oscurecerse, los pechos crecen y los pezones sobresalen más. Es uno de los primeros síntomas que nota la mujer y que la hacen sospechar de su nuevo estado.
  • Malestar en la zona de la pelvis: Puede ser que la parte baja del abdomen y de la pelvis se noten distintas, y hasta con un cierto malestar, pero si detectas un dolor agudo, debes acudir al médico.
  • Frecuentes ganas de orinar: A causa del cambio hormonal, puede ser que se miccione más a menudo.

El estado anímico también puede variar, en parte debido a la acción de las hormonas y en parte por la responsabilidad o la satisfacción de crear una nueva vida.

Te puedes sentir:

  • feliz, especialmente si ha sido un embarazo buscado
  • incrédula, porque en muchos casos no se nota nada, y hasta el análisis de sangre o incluso la primera ecografía no estás convencida del todo
  • ambivalente, ya que la responsabilidad de formar y luego criar a un bebé puede ser maravillosa pero también muy dura, sobre todo si el tipo de vida llevado hasta entonces no es muy compatible con un bebé
  • inestable, las hormonas hacen que la vida de embarazada sea como una montaña rusa; un día todo es estupendo y al siguiente la depresión es completa, y más con las náuseas matutinas (que, por suerte, se acaban hacia el cuarto mes)
  • llena de dudas, la vida va a cambiar por completo; incluso si es el segundo hijo, nada volverá a ser igual y a veces la falta de confianza en una misma en hacerlo lo mejor posible hace que nos asalten muchas preguntas. Al final, se avanza paso a paso y la confianza en una misma se incrementa
  • nerviosa, es muy normal temer a lo desconocido: las historias de partos y de largas noches sin dormir, de problemas con la lactancia... Al final todo el mundo sale de apuros con información y ayuda, y si te sientes demasiado nerviosa, coméntalo con tu médico.

En el momento en que el nuevo estado ha sido confirmado debes plantearte una serie de cosas para empezar a cambiar tu vida. Las noches de juerga hasta las tantas se han acabado durante una temporada. Míralo como algo positivo, pues estás realizando una tarea sumamente importante y mágica. Tómate las cosas con calma y empieza a cuidarte, pues es la mejor manera de cuidar a tu bebé por nacer. La cooperación con la pareja es fundamental. Ahora comienzan nueve meses donde tu pareja deberá hacerse cargo de algunas tareas de la casa con las que tú no podrás, primero por tu estado, y luego porque el cuidado del bebé no te dejará tiempo. Poco a poco, si antes tu pareja te ayudaba, ahora ambos vais a formar un equipo en el que los dos colaboraréis. Así, cuando nazca el bebé, él podrá encargarse de las tareas domésticas, mientras tú descansas y cuidas del recién nacido.

De la misma manera que el bebé está cambiando en tu interior, las cosas en el exterior también deben ir adaptándose a la nueva situación por venir. Duerme todo lo que puedas; a medida que la fatiga se apodere de ti, el sueño te vencerá. Escucha a tu cuerpo y todos los mensajes que te manda: los cambios en tu barriga, las piernas hinchadas, el corazón que poco a poco tendrá una mayor carga pues en el embarazo se genera alrededor de 1,5 litros de sangre más, los pechos que crecen, etc. Estos signos son exclusivos del embarazo y sólo los tendrás cuando estés gestando, o sea que disfruta de ellos.

Durante el primer mes los cambios exteriores son mínimos, pero lo que sucede en el interior es de suma importancia.

La fecha del parto
La fecha posible del parto se calcula añadiendo treinta y ocho semanas a la fecha de concepción o cuarenta a la fecha de la última menstruación. Como es bastante difícil saber cuando se concebió al bebé, la mayoría de médicos toman como referencia esta última fecha. Para no tener que ir contando cada vez en qué semana de embarazo estás, puedes anotar en un calendario el número de semanas hasta la semana 40, y así te evitarás contarlo cuando necesites saberlo. En los casos de embarazo múltiple, éste acostumbra a durar menos, porque no caben los bebés dentro de su mamá. En los demás casos, tanto puede adelantarse como retrasarse, pero no se recomienda un retraso superior a las dos semanas.

¿Cómo y cuando decirlo?
Una vez que estés segura de tu nueva situación, será muy difícil permanecer callada. Si no habéis abierto el sobre del análisis de sangre o hecho la prueba juntos, puedes preparar una cena o un fin de semana romántico; seguro que no lo olvidaréis, y más si es el primer hijo. Recuerda tus propios sentimientos cuando lo supiste y piensa que tal vez no se lo espere. Puede que las dudas y temores le asalten de repente, dale tiempo. Decidid conjuntamente cuándo decirlo a los demás y a quién. Hay personas que no pueden reprimirse y empiezan a llamar a todos sus conocidos, hasta a la prima en Alemania a la que nunca llama. Otras esperan por si hay algún problema y ahorrarse el disgusto de volver a llamar para decir que no fue bien. La mayoría lo cuenta a las personas más íntimas y espera a hacerlo público hacia el tercer mes. Si ya hay otros hermanos en la familia, es preferible dependiendo de la edad esperar a que el embarazo sea ya bastante visible, pues los pequeñines no tienen mucha noción del tiempo, o bien ser de los primeros en saberlos pues les da un papel muy importante como portadores de la noticia.

La elección del equipo médico
Parece demasiado pronto para decidir qué tipo de parto quieres tener, pero aunque siempre puedes cambiar de médico, el tipo de ginecólogo que elijas determinará si el parto será más o menos intervencionista, e incluso hasta qué punto tu opinión será escuchada en el momento crucial. Todos te proporcionarán un embarazo y bebé saludables, pero el camino para llegar a este destino puede ser muy diferente. Puedes entrevistarte con varios antes de decidirte o ya visitar a uno y a medida que sigue tu embarazo considerar si es el tipo de médico que quieres.

Consejos
Todos los consejos que te dimos en la preparación al embarazo (dejar de fumar, ejercicio, etc) se aplican incluso con más importancia una vez el bebé está ya creciendo en tu barriga. Recuerda que las primeras 14 semanas son vitales para el desarrollo de tu bebé. Últimamente, investigaciones han revelado cómo y cuando la dieta, la salud, el estado emocional y la exposición a agentes ambientales afectan la formación del feto. Según una teoría, la fatiga y las náuseas que muchas mujeres sufren durante el principio del embarazo, constituyen una manera de proteger al embrión. Cuando éste está en la fase más vulnerable, la madre tiende a disminuir su actividad física y a mantener una dieta sencilla. Al parecer la causante de esta situación es la hormona Hgc que empieza a detectarse sobre la primera semana tras la concepción y tiene su valor máximo hacia la décima semana, para luego disminuir rápidamente. A pesar de lo engorroso que es para muchas madres el malestar al principio de la gestación, éste es un indicativo de que la placenta se desarrolla muy bien y que hay menor riesgo de aborto.


Sobre Rosa Sorribas
Rosa Sorribas es consultora de lactancia certificada internacional (IBCLC), doula y fundadora de Crianza Natural. Ha impartido cursos y conferencias sobre temas de lactancia, crianza y porteo.

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