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Embarazo en un entorno saludable

Publicado el miércoles, 01 de abril de 2009. Revisado el miércoles, 27 de febrero de 2013.
Autor: Rosa Sorribas
Tiempo medio de lectura: 10 minutos y 20 segundos

Cada día entramos en contacto con una multitud de sustancias o factores que pueden afectar negativamente a nuestra salud y la de nuestros hijos. De hecho, nuestro entorno puede dejar su huella mucho antes de la concepción. Y no sólo el entorno de la futura madre, sino también el del futuro padre.

La exposición a ciertas sustancias o agentes con un riesgo potencial sobre la reproducción (por ejemplo, sobrecarga física, ruido, radiaciones o estrés), que son frecuentes sobre todo en los lugares de trabajo, pueden disminuir nuestra fertilidad, e incluso provocar dificultades durante el embarazo o efectos negativos sobre la salud fetal. Factores como el estrés pueden modificar el instinto sexual de varones o mujeres, por ejemplo reduciendo la libido, mientras que determinados compuestos químicos o radiaciones ionizantes pueden dañar los óvulos o el esperma, modificar el material genético contenido en ellos, y hasta provocar cáncer u otras enfermedades en los órganos reproductores masculinos y femeninos. Nuestra preocupación por un embarazo saludable debería comenzar, pues, mucho antes de la concepción.

Afortunadamente, la mayor parte de los bebés nacen sanos y con la perspectiva de una larga vida rebosante de salud, pero como padres nuestro interés es proporcionarles las máximas posibilidades de que esto sea así. Podemos realizar elecciones y cambios en nuestro estilo de vida, si es posible antes incluso del embarazo, para mejorar nuestra propia salud y crear un entorno más saludable para nuestra futura familia.

El aire que respiramos

En los últimos años ha aumentado el interés por estudiar de qué modo podría influir la exposición prenatal a la contaminación atmosférica en la salud del recién nacido. El informe de la OMS "Efectos de la polución del aire en la salud y el desarrollo infantil" (2005) reconocía la relación de la contaminación del aire por determinadas partículas en suspensión con dificultades respiratorias durante el período postnatal. Además, en el aire que respiramos en casa o en nuestro lugar de trabajo pueden acumularse partículas de diferentes productos, como limpiadores, insecticidas, ambientadores, humo de velas, polvo o pinturas.

Podemos minimizar los efectos de nuestra exposición cotidiana a la contaminación atmosférica si desarrollamos algunas actividades en un entorno natural. Disfrutar con frecuencia de excursiones o paseos en medio de la naturaleza, lejos de enclaves urbanos y de campos de cultivo donde pueden haber utilizado pesticidas u otras sustancias químicas, mejorará nuestra forma física, nuestro humor, y nos permitirá disfrutar al menos por unas horas de un aire más saludable.

En casa o en nuestro lugar de trabajo, podemos mejorar el aire que respiramos con medidas tan sencillas como estas:

  • Abrir las ventanas y ventilar con cierta frecuencia, sobre todo si lo hacemos en horas en que no haya mucho tráfico. El aire fresco ayudará a diluir el humo y las posibles sustancias químicas volátiles generadas por el uso de productos de limpieza, pintura, y otros.
  • Limpiar el polvo al menos una vez a la semana con un trapo húmedo. El polvo es una combinación de sustancias químicas y biológicas; eliminarlo de forma regular de alfombras, tejidos y madera mejorará la calidad del aire que respiramos.
  • Lavar almohadas, mantas, sábanas, edredones, etc. con regularidad.
  • Usar un deshumidificador en zonas o viviendas muy húmedas, para prevenir la contaminación por moho.
  • Revisar con frecuencia las instalaciones de gas; una mala combustión puede generar monóxido de carbono. Este gas se produce también en la combustión del carbón, la leña y los motores.
  • Prevenir los efectos del tabaquismo pasivo: no permitas que nadie fume dentro de tu casa, y evita los ambientes cargados de humo de tabaco.
  • Colocar plantas, y si es posible plantar árboles, que mejoran la calidad del aire tanto en el interior como en el exterior de la vivienda o lugar de trabajo.

Somos lo que comemos

Al planear un embarazo, y por supuesto una vez embarazada, es importante pensar un poco en lo que comemos. Por desgracia, algunos alimentos contienen contaminantes ambientales, como el mercurio u otros contaminantes orgánicos persistentes (COPs). Los COPs se acumulan especialmente en los tejidos grasos de los seres vivos, y permanecen en el medio ambiente durante mucho tiempo. Por ello, los alimentos ricos en grasa animal tienen más probabilidades de contener estas sustancias nocivas. Algunas de ellas, almacenadas en nuestro organismo, pueden pasar a través de la placenta durante el embarazo. Otras, pueden dañar la calidad del esperma. El mercurio, por ejemplo, que a menudo se concentra en el pescado, es muy tóxico para el desarrollo del cerebro y el sistema nervioso del bebé.

Poco podemos hacer por suprimir estos contaminantes de nuestro entorno, ya que la magnitud del problema excede nuestras acciones como individuos y es responsabilidad de los gobiernos y políticas de salud, pero lo que sí podemos hacer es tratar de minimizar nuestra exposición a todas estas sustancias, adaptando nuestros hábitos alimentarios:

  • Elige el pescado que consumes. El pescado en sí es un alimento saludable, rico en ácidos grasos omega 3 imprescindibles para el desarrollo del sistema neurológico del futuro bebé. Pero, a la vez, la forma más común de contacto con el mercurio es la ingestión de pescado contaminado. Para disfrutar de los beneficios del consumo de pescado y, al mismo tiempo, reducir la exposición al mercurio, las parejas que planean un embarazo, las mujeres embarazadas y lactantes y los niños deberían limitar el consumo de los pescados con mayor contenido en mercurio, como como el pez espada, las rodajas de atún fresco, o el tiburón y optar por las variedades con menor contenido en mercurio, como atún claro enlatado, salmón fresco, merluza, bacalao, sardinas, arenques, anchoas, almejas o pescado blanco, que pueden consumirse sin limitación. Por otra parte, también podemos obtener un buen aporte de ácidos grasos omega 3 de alimentos vegetales como la coliflor, el brécol, las coles de bruselas, el tofu o las nueces.
  • Elimina la grasa de la carne y evita consumir la piel del pescado y el pollo.
  • Cocina la carne el pescado y las aves a la plancha o al horno, ya que así se eliminan grasas.
  • Consume más verduras ricas en proteínas, como las judías verdes y las legumbres, y usa aceite de oliva. Son alimentos bajos en grasas y contienen menos contaminantes orgánicos persistentes.
  • Lava y pela las frutas y verturas no orgánicas para reducir la exposición a pesticidas usados para su cultivo.
  • Usa platos y recipientes de cristal o cerámica para calentar en el microondas, en lugar de recipientes o films de plástico que al calentarse pueden hacer pasar sustancias tóxicas a la comida.
  • Revisa el agua del grifo. Si vives en un edificio construido antes de 1978, averigua si las tuberías son de plomo, pues la exposición al plomo se asocia con un mayor riesgo de aborto y puede ser nocivo para la salud del futuro bebé. Si las tuberías son viejas, se aconseja dejar correr el agua antes de usarla y no utilizar el agua caliente del grifo para beber o cocinar. Asimismo, para minimizar la exposición al plomo, es importante mantener una dieta equilibrada rica en vegetales y minerales, ya que el calcio, el hierro y la vitamina C dificultan la absorción del metal.

Sustancias químicas en nuestro día a día

Muchos productos de limpieza, de higiene y cosméticos que utilizamos en el día a día pueden contener sustancias cuya seguridad e impacto sobre la salud de las mujeres embarazadas y los niños aún no ha sido suficientemente estudiada. Muchos de ellos se pueden evitar fácilmente y pueden ser sustituidos por otros no tóxicos más respetuosos con nuestra salud y con el medio ambiente.

  • Evita usar bolas de naftalina, collares antiparasitarios o pesticidas en casa o en el jardín.
  • Busca limpiadores no tóxicos, o elabora el tuyo propio. Puedes preparar un buen abrillantador para la madera mezclando una parte de zumo de limón con dos partes de aceite vegetal. El agua con bicarbonato sódico es un buen producto para limpiar la cocina o el baño.
  • Evita la limpieza en seco. Los limpiadores en seco están hechos a base de productos químicos que permanecen en el tejido que se pueden absorber por la piel. Es preferible usar un jabón suave y lavar a mano, o bien buscar un limpiador en seco libre sin disolventes.
  • Utiliza productos de higiene y cosméticos de ingredientes naturales. Muchos productos comunes para la higiene corporal se absorben a través de la piel y pueden contener sustancias químicas dañinas, como los ftalatos, disruptores endocrinos que pueden alterar el equilibrio hormonal a dosis, en general, muy por debajo de los límites de exposición legalmente establecidos.

Preparando el nido

Muchas familias cambian de casa o realizan reformas para adaptar el hogar a un nuevo miembro. No obstante, es posible que en esas reformas se generen tóxicos, por lo que las parejas que están planeando un embarazo, las mujeres embarazadas o los niños pequeños no deberían permanecer en la vivienda hasta que finalicen las reformas y la casa se haya limpiado y ventilado por completo. Si no tienes más remedio que permanecer en casa durante las obras, puede se buena idea mantener bien separados los espacios de vivienda y de obras.

  • Evita utilizar colas y disolventes fuertes. Si es posible, contrata un profesional para realizar estas tareas, y alójate en casa de un familiar o amigo, o incluso en un hotel, hasta que terminen las obras.
  • Evita lijar la pintura vieja de las paredes. Al lijar, se produce polvo que puede ser dañino para la salud, especialmente si la casa se construyó antes de 1978, cuando la pintura contenía cantidades considerables de plomo.
  • Busca materiales más seguros para la construcción, colas no tóxicas y pinturas ecológicas.

Sólo una pequeña parte de las decenas de miles de compuestos químicos presentes en nuestro entorno cotidiano han sido adecuadamente valoradas en cuanto a su impacto sobre la reproducción. Sería imposible enumerar en un espacio limitado toda esa variedad de sustancias; conviene saber que el Instituto Sindical de Trabajo, Ambiente y Salud (ISTAS) mantiene la base de datos RISCTOX sobre sustancias peligrosas, con información clara y actualizada sobre los riesgos para la salud y el medio ambiente de las sustancias químicas que pueden estar presentes en los productos que se manejan o generan en tu entorno. Una rápida consulta a RISCTOX puede despejar muchas dudas.

Un plan de acción

Un día cualquiera

Cada día, estamos expuestos a ciertos productos químicos o sustancias potencialmente peligrosas. Es importante detectar esos productos y tratar de minimizar el contacto con ellos. Seas hombre o mujer, si estás planificando un embarazo puedes plantearte algunas preguntas y establecer tu propio plan de acción.

¿Puedo evitar totalmente un producto peligroso?

¿Puedo hacer la misma tarea sin emplear ese producto?

¿Puede hacer esa tarea una persona que no esté planificando un embarazo?

¿Puedo organizar mi hogar, mi lugar de trabajo o mis actividades de ocio de otro modo, para evitar el contacto con ese producto?

¿Qué puedo hacer para no introducir en la casa un riesgo relacionado con mi lugar de trabajo y no exponer a mi pareja?

Si no puedo evitar un producto peligroso, ¿puedo limitar el problema?

¿Puedo protegerme con algún equipo especial?

¿Puedo utilizar una cantidad menor del producto?

En el entorno laboral

En determinados lugares de trabajo tienen lugar exposiciones a diferentes agentes químicos, físicos, biológicos y/o psicosociales, que son potenciales factores de riesgo reproductivo.

La ley de Prevención de Riesgos Laborales protege los derechos reproductivos antes de la concepción (Art. 25) y la salud de las trabajadoras y su descendencia durante el embarazo y el postparto.

Si estás embarazada o planeando un embarazo y las condiciones de tu puesto de trabajo pueden influir negativamente en tu salud o en la del futuro bebé, puedes solicitar la adaptación de las condiciones o del tiempo de trabajo, o el paso a un puesto de trabajo exento de riesgos. Si esto no es posible, es decir, si la empresa no dispone de ningún puesto de trabajo exento de riesgo, o bien si eres trabajadora autónoma expuesta a riesgos para el embarazo, puedes solicitar a la seguridad social la suspensión del contrato y la prestación económica por riesgo durante el embarazo.


Sobre Rosa Sorribas
Rosa Sorribas es consultora de lactancia certificada internacional (IBCLC), doula y fundadora de Crianza Natural. Ha impartido cursos y conferencias sobre temas de lactancia, crianza y porteo.

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