Si aún no lo has hecho, suscríbete a nuestra web
Publicado el martes, 08 de septiembre de 2009. Revisado el viernes, 25 de septiembre de 2009.
Autor: Revista Mothering
Tiempo medio de lectura: 12 minutos y 28 segundos
"Lera, mamá, lera." Cada día escucho estas palabras. No podría vivir sin mi bandolera, ni tampoco mi hijo. Con la bandolera soy una madre capacitada y puedo realizar todas las actividades que cualquiera debe hacer: preparar una comida y luego comer, leer la correspondencia y luego responder, escribir en el ordenador y hacer todas esas pequeñas cosas que las madres necesitamos hacer cada día usando las dos manos. Mi bandolera va a todas partes conmigo. Tengo tres, claro, con una no tengo suficiente. Mi marido tiene otra. No solo es más grande que la mía, para ajustarse a su mayor envergadura, sino que es azulada y muy masculina. Las bandoleras están diseñadas para cargar un bebé o niño, pero, a diferencia de otros objetos para el cuidado de los bebés, tiene muchos otros usos.
Por ejemplo, una bandolera puede ser una manta excelente. Nunca olvidaré una fría noche en la playa con mis padres, cuando mi madre, helada y sin chaqueta, se echó mi bandolera alrededor de los hombros. Me sentí bien sabiendo que ese objeto que yo usaba para mi bebé estaba ayudando a mi madre, que siempre estaba a mi lado. La bandolera ha calentado a muchos bebés también, en el coche, cuando dormían en el cochecito o incluso en los brazos de alguien. La he usado yo misma cuando mi hijo no iba dentro. De todas maneras, dos personas juntas siempre se dan calor, y cuando la bandolera se usa para lo que está diseñada, para sostener al bebé, nos damos calor uno a otro.
El tejido de la bandolera puede hacer más que calentar el cuerpo. Recuerdo un día en que mi hija de cuatro años se durmió en un largo trayecto en coche. Su pobre cabecita iba cayendo continuamente hacia delante, y en cada giro del coche la parte superior de su cuerpo se zarandeaba de un lado a otro. Coloqué la bandolera envolviéndola a ella y a su asiento, de forma que le sujetase la cabeza. De esta manera, con una almohada en un lado, podía dormir a gusto sin moverse. Y a pesar de que la noche no era muy fría, y estaba en el interior templado del coche, el confort de su amada bandolera la ayudó a dormir incluso más plácidamente.
En días calurosos, igual que en días fríos, la bandolera también resulta muy útil. Mis dos hijos han descubierto que pueden usarla en el coche para protegerse los ojos del sol. La bandolera es lo bastante opaca para bloquear el sol, pero sin dar demasiado calor. Tiene la medida perfecta para situarla alrededor del cochecito para proteger a su ocupante del sol y de los extraños que se le acerquen. Para un bebé pequeño, una bandolera con lados acolchados se adapta perfectamente al cochecito alrededor del bebé, protegiéndole del sol pero dejando espacio para la cara.
Las bandoleras no están confeccionadas con tela fina, ¡y eso también es bueno! Una bandolera puede proteger a tu hijo o hija en lugares donde no quieres que se siente o tumbe directamente. ¡Sí! Estoy hablando de esos cambiadores públicos. Me siento muy agradecida de que cada vez haya más negocios que instalen cambiadores, pero por lo general no tienen nada para evitar que el bebé tenga que tumbarse directamente sobre el plástico. Aunque lo hubiera, prefiero poner al bebé sobre mi confortable bandolera, con un apoyo en su cabecita, y si hay algún protector de papel, lo pongo encima de la bandolera. Cuando no hay ningún cambiador disponible, la bandolera se convierte en uno. Lo he puesto en restaurantes, en encimeras de cuartos de baño, en la hierba de los parques, y en bancos de centros comerciales. La bandolera era la solución perfecta para no tener que poner a mis bebés desnudos directamente sobre una superficie que posiblemente no estuviera limpia. Colocando hacia arriba la parte de la bandolera que normalmente está en contacto con la piel del bebé, ya podía cambiarles el pañal sin preocupaciones. Y si ocurría alguno de esos accidentes inevitables antes de que pudiera colocar el pañal seco debajo de mi bebé, no había ningún problema: bastaba con poner la bandolera en la lavadora al llegar a casa.
Es muy práctico que la bandolera sea lavable, ya que puede servir de asiento a un montón de traseros, incluido el mío. Nos ha guardado el sitio en una cabalgata, los niños han merendado sobre ella en el parque, la hemos puesto sobre el asiento del coche después de un derrame accidental, para impedir que el desafortunado ocupante se mojara al sentarse en un asiento húmedo. También hemos usado la bandolera para otras tareas menos nobles, como sonarnos la nariz, enjugarnos alguna lágrima, o limpiar un zumo vertido. La semana pasada, sin ir más lejos, mi pobre bandolera sirvió como recipiente para el contenido del estómago de mi hijo enfermo. ¡Siempre es mejor que la blusa de mamá!
Ya que hablamos de la blusa de mamá, la bandolera disimula las huellas de chocolate, las manchas de salsa, o los resultados de un pañal con fugas. No hace falta que el niño esté en la bandolera para que la madre la lleve puesta. Y cuando el niño no está en la bandolera, la bolsa que esta forma puede servir como perfecto lugar de descanso para otras cosas, como una botella de agua, las llaves, las gafas de sol, una cámara o un peluche. A veces, todo esto y mucho más se almacena en una bandolera "vacía". Y mientras todos estos importantes objetos están en la bandolera, sabes que están seguros, junto a ti, y que nadie se los va a llevar.
La bandolera es segura, aunque algunos usuarios noveles necesitan su tiempo para aprender a usarla. Requiere tiempo y práctica darte cuenta de que no necesitas sostener a tu bebé para mantenerlo seguro dentro de la bandolera. Por supuesto, esto no significa que no puedas abrazar a tu bebé. Si tengo las manos libres, y no estoy lavando los platos o tendiendo la colada, siempre abrazo a mi bebé en la bandolera, aunque sepa perfectamente que no es necesario que lo sostenga. Después de cinco años de uso, puedo tomar a mi hijo y llevarlo a la espalda, dejando libres las manos y los brazos para llevar una bandeja de comida, atender otro hijo, o hacer otras múltiples tareas. Esto, no obstante, requiere práctica. Les digo a las madres recientes que usen la bandolera 20 minutos diarios durante seis semanas, y pasado ese tiempo no querrán pasar sin ella.
Por desgracia, me he quedado sin bandolera una vez o dos, porque me la había olvidado en la secadora o me la había dejado en el autobús. En ambas ocasiones lo lamenté, ya que no sólo me sirve para llevar a mi bebé, sino que además la uso para proteger a mi hijo en otras ocasiones. Un viaje en tiovivo puede parecer algo demasiado rápido para un niño pequeño, pero si lleva la bandolera a modo de cinturón de seguridad y además papá lo abraza fuerte, puede ser una experiencia muy divertida. El carrito del supermercado no siempre está limpio, y el asiento para niños muchas veces no tiene sujeción alguna, pero la bandolera se puede usar para que el niño pueda estar protegido y seguro. Cuando tu hijo o hija quiera volver a tus brazos, aún tendrás las manos libres para seguir comprando. Hay muchos lugares que no tienen cinturones de seguridad: trenes, autobuses, tranvías… Hace poco, en un viaje en tren de 16 horas, durante la noche, utilicé una bandolera como cinturón para cada niño, mientras que dormían. El riesgo de accidente es pequeño, pero nos sentimos más tranquilos sabiendo que si el tren frena de repente los niños estarían más seguros.
Una bandolera puede hacer mucho más que proteger a tus hijos. Pueden bastar unos segundos para que tu pequeño explorador desaparezca de tu vista. Una bandolera mantiene a un niño curioso seguro, lejos del peligro de perderse. Cuando un bebé va en una sillita o cochecito, a veces los extraños piensan que pueden tocarlo con toda libertad. En cambio, si lo llevas en una bandolera, puedes controlar mejor esas manos extrañas y proteger a tu pequeño. Veo cada día padres que empujan un pesado carrito, mientras que llevan al bebé en brazos. Con una bandolera, puedes dejar el carrito en casa, o reservarlo para largos trayectos, para cuando tengas pensado pasar todo el día fuera, o para transportar el bolso de los pañales, la comida, o la bolsa de la compra, y no el bebé.
La bandolera me ha salvado en muchas ocasiones, al dejarme las manos libres para atender a otros niños. Caminar un día hasta la tienda con cuatro niños menores de cuatro años nos parecía una aventura, hasta que llegamos a una calle donde había más tráfico que nunca. Puse un niño de dos años en la bandolera, tomé de la mano a mi hijo de 21 meses, y con mi hijo de cuatro años agarrado a la “cola” de la bandolera, y otro niño de tres años de la mano que me quedaba libre, fuimos capaces de cruzar la calle con toda seguridad. También utilizo la bandolera como una extensión de mí misma cuando tengo más niños que manos. Los niños, agarrados a la bandolera, se sienten unidos a mí y podemos caminar tranquilamente por la calle, subir una escalera o avanzar entre la gente.
Por supuesto, hay otras razones más comunes para utilizar una bandolera. Un niño llevado en bandolera disfruta de algo de lo que no puede disfrutar en un carrito: el placer de la conversación. Madre e hijo están uno junto al otro. La madre puede hablarle a su hijo sin gritar, o sin parase para ponerse frente a la sillita, y el niño puede hablar con su madre sin preguntarse si esta le va a oir o no. Un niño llevado en bandolera está al nivel de la conversación, y escucha no sólo las palabras que su madre le dirige, sino también las conversaciones que se producen en torno a ellos. Esto será beneficioso para sus habilidades verbales, entre otras. El niño está allí durante los intercambios, ve cómo compra su madre los objetos que necesita, y cómo paga y recibe el cambio. Ve cómo su madre pregunta direcciones, pide cosas, habla con sus vecinos, gestiona un conflicto o llega a cabo las tareas cotidianas, todas aquellas tareas que necesitará conocer cuando crezca.
Estar cerca de la madre durante las actividades cotidianas le ayuda al niño de muchas otras maneras. Un niño que interactúa y habla con la gente con la que se encuentra junto a su madre a lo largo de las actividades diarias tendrá menos miedo de los extraños y más posibilidades de confiar en su propio instinto ante las personas que no conoce. Estar junto a mamá constantemente le da al niño una conexión física con ella, y mayor capacidad para leer sus expresiones. Será capaz de darse cuenta de que alguien no le gusta a mamá, de cuándo alguien le gusta, cuándo ella confía en alguien, y cuándo no lo hace. Si un niño se pierde, pero confía en su instinto, estará más preparado para hacer frente a la situación. Sabrá mejor qué hacer para conseguir ayuda, y a quién preguntar. El niño también tendrá más confianza en poder obtener ayuda. No siempre podemos estar ahí para proteger a nuestro hijo, y la bandolera puede usarse durante los primeros años. Pero un niño llevado en bandolera puede adquirir habilidades sobre la comunicación y la naturaleza humana, y estas habilidades sólo pueden ser positivas para nuestros hijos a medida que crezcan.
Los padres también pueden utilizar una bandolera, y deberían hacerlo. Hay bandoleras de todos los colores, no hace falta que el papá lleve una estampada con flores rosas. Mi marido lleva la bandolera a todas partes. Algunas noches, cuando estoy cansada y a mi hija le cuesta dormirse, mi marido se la lleva a dar una vuelta mientras saca de paseo al perro. Cuando vuelven, la niña casi siempre está dormida o a punto de dormirse, relajada en la bandolera, pegadita al fuerte torso de papá. La bandolera, sin duda, ha propiciado el fuerte vínculo entre mi marido y nuestros hijos, con una intensidad que una sillita nunca habría conseguido. La bandolera puede mejorar la relación entre cualquier progenitor y sus hijos. Madres o padres, sin darse cuenta, juegan con el pie de su bebé, le sonríen, le susurran palabras dulces, lo acarician. Este contacto no puede producirse cuando el bebé está a medio metro o más de distancia, en una sillita de paseo.
La bandolera también facilita la lactancia. Puede usarse para amamantar con discreción, frente a posibles miradas indiscretas, y muchas madres pueden amamantar en la bandolera sin necesidad de interrumpir lo que estaban haciendo. ¡La primera vez que lo hice me sentí tan orgullosa! Ahora, con la práctica, se ha convertido en algo habitual para mí. Si mi bebé quiere tomar el pecho, se lo doy y sigo con lo que estaba haciendo. Eso es algo que no puedes hacer cuando llevas a tu bebé en un cochecito.
El tejido de la bandolera no es más grueso que una chaqueta ligera, así que es mucho más funcional que un portabebés corriente. Muchos portabebés sirven sólo durante unos pocos meses. Algunos no les gustaban nada a mis hijos, no se sentían cómodos. Las posiciones que permiten muchas veces son limitadas, y no siempre es fácil dar el pecho en una mochila portabebés. En la bandolera, llevar a mi bebé y dar el pecho a la vez me resultaba más fácil. Las mochilas a la espalda son estupendas, pero si un niño quiere subir y bajar a cada momento, puede hacerse pesado. Algunas personas necesitan la ayuda de otro adulto para llevar al niño en una mochila a la espalda. La bandolera puede usarse desde que nace el bebé hasta que tiene 3 años o más. A pesar de ser tan simple, un retal de tela con dos anillas, una bandolera puede llegar a ser el objeto más importante para la crianza de un bebé. Hoy no me puedo imaginar tener un bebé o un niño pequeño sin una bandolera para ayudarme a llevarlo.
Publicado originalmente en la revista Mothering.
© 2003-2023. Crianza Natural, S.L. Todos los derechos reservados. Este documento no puede ser reproducido por ningún medio, total o parcialmente, sin autorización expresa de Crianza Natural, y, en su caso, de los autores y traductores.
Durante muchos años, la revista Mothering fue el referente mundial en temas de crianza natural. Actualmente la revista ya no se edita, pero dispone de un foro muy activo en Internet.
Documentos de Revista Mothering publicados en Crianza Natural