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Publicado el jueves, 13 de agosto de 2020.
Autor: Elizabeth Westrupp
Tiempo medio de lectura: 6 minutos y 25 segundos
Muchos padres se quejan de las dificultades que tienen para manejar la situación en que sus hijos no dejan de "engancharse" a ellos, ya sea un bebé que llora cada vez que mamá desaparece de la vista, un niño pequeño que se aferra a las piernas de sus padres en eventos sociales, o un escolar de primaria que no deja que sus padres salgan a cenar solos sin él.
Este "aferrarse" hace referencia a un niño que manifiesta una fuerte reacción emocional o conductual cuando se ve separado de sus padres.
Los niños pueden mostrar este tipo de comportamiento durante cualquier etapa de su desarrollo hasta incluso el final de la escuela primaria. Los bebés pequeños lloran para hacer saber a sus padres que no les gusta estar separados, mientras que los niños (pequeños y mayores) pueden llorar, aferrarse o incluso colapsarse por completo si sus padres los abandonan.
En la mayoría de los casos, estas reacciones son perfectamente normales. Los padres pueden ayudar a sus hijos a superar los períodos de aprehensión reconociendo y aceptando los sentimientos que conducen a este comportamiento.
¿Por qué los niños se nos enganchan?
Un niño puede mostrar esta actitud debido al miedo que le supone estar lejos de sus padres (ansiedad por separación) o a la ansiedad ante los extraños, donde el miedo viene provocado por estar rodeado de personas desconocidas.
Desde una edad temprana los niños también desarrollan su propio sentido de sí mismos, así como la voluntad o el deseo saludable de expresarse e impactar en su mundo. Por lo tanto, en ocasiones, este comportamiento no se debe tanto a que los niños tengan un miedo real a ser abandonados por sus padres, sino que lo que intentan con ello es expresar su fuerte deseo de que los padres se queden.
Además, los niños están programados social y biológicamente para formar fuertes vínculos con sus padres, quienes generalmente representan una base segura y amorosa a partir de la cual los niños pueden explorar el mundo y desarrollar su independencia.
Este comportamiento de no querer separarse se puede intensificar en ciertos momentos del desarrollo y a medida que los niños ponen a prueba la independencia recién descubierta, como cuando aprenden a caminar o durante las transiciones: al inicio de la etapa preescolar o de primaria, o al quedarse en un jardín de infancia por primera vez.
Este comportamiento se vuelve menos común a medida que los niños crecen, pero aun así puede incluso manifestarse en niños de primaria.
Tanto el nivel en que se aferra un niño como la forma en que se expresa, pueden verse afectados por:
¿Cómo puedes ayudar a tu hijo?
1. Sé una base segura
Muchos niños se enganchan con fuerza ante una situación nueva o con gente desconocida. Curiosamente, este es un comportamiento apropiado para el desarrollo y que goza de una ventaja evolutiva, ya que es menos probable que los niños se escapen solos ante situaciones potencialmente peligrosas.
Pero también es importante que los niños aprendan a separarse de sus padres y a ganar confianza en sus propias habilidades.
Los padres pueden ayudar a sus hijos a acostumbrarse a una nueva situación ofreciendo su apoyo. Por ejemplo, si un niño empieza a ir a un centro infantil por vez primera, es de gran utilidad que sus padres pasen un tiempo allí con su hijo, para que pueda acostumbrarse al nuevo entorno con una persona de confianza a su lado.
2. Reconoce los sentimientos de tu hijo
Cuando un niño se te engancha, está comunicando sus sentimientos. Resistirse a ello generalmente no os ayudará, porque los sentimientos de los niños no desaparecerán si se ignoran o minimizan.
En cambio, la investigación muestra que es importante reconocer, identificar y normalizar los sentimientos de los niños. Los padres pueden tener miedo de que el hecho de hablar sobre los sentimientos de sus hijos empeore la situación, pero rara vez es así. Hablar de los sentimientos suele ayudar a los niños a expresarlos, dejarlos ir y regular sus emociones.
Al niño le llevará su propio tiempo este ajuste, lo que puede significar, como padres, tener que aceptar una rabieta por separación o que no quiera separse de ti en un evento social.
3. Modela la confianza de forma tranquila
Los padres son modelos importantes para los niños, lo que significa que se convierten en un ejemplo práctico de cómo reaccionar ante situaciones particulares. La forma en que los padres responden al comportamiento de sus hijos puede determinar cómo se sienten los pequeños ante una situación en particular.
Por ejemplo, si un niño se aferra a sus padres cuando comienza la escuela primaria y sus padres reaccionan con un alto nivel de preocupación y ansiedad, el niño puede no estar seguro de si el nuevo entorno es seguro. Pero si la madre o padre demuestran una confianza tranquila con su hijo, que ha de afrontar la separación y la nueva situación, es probable que el niño también se sienta más cómodo.
4. Habla del plan con antelación
Los seres humanos tememos lo desconocido, por lo que hablar con los niños sobre un cambio venidero o una situación desconocida les ayudará a afrontarlo.
Por ejemplo, antes de ir al médico, sería útil hablar sobre cómo os prepararéis (qué llevar, cómo llegar, dónde está el consultorio del médico), qué podría suceder cuando lleguéis (acudir a recepción, sentarse en la sala de espera con otros pacientes) y que podría pasar durante la visita (de qué hablaréis con el médico, si es posible que el médico deba tocar al niño).
Incluso cuando se habla de eventos futuros, es importante reconocer los sentimientos y modelar una confianza de forma tranquila.
Pero, ¿y si mi hijo se engancha demasiado?
Hay algunos factores que se deben considerar al juzgar si el comportamiento de un niño que está todo el día enganchado es motivo de preocupación.
Primero, considera el contexto. ¿Está el niño afrontando un cambio significativo en su vida, un nuevo entorno o nuevas personas? Algunos niños son especialmente sensibles al cambio y pueden necesitar varias semanas (o incluso meses) para adaptarse. Por tanto, es posible que debas ofrecerle a tu hijo un poco de apoyo adicional para completar la transición.
En segundo lugar, considera la intensidad de su comportamiento. ¿Estar así de enganchado interfiere con su vida normal? Por ejemplo, ¿está interfiriendo con su capacidad para ir al jardín de infancia o la escuela, o les está causando (a él y a sus padres) un considerable malestar y estrés?
En tercer lugar, considera el factor tiempo. Si este comportamiento ocurre todos los días, dura más de cuatro semanas y está interfiriendo con la vida del niño, puede ser útil consultar con un profesional de la salud, como un médico de cabecera, un pediatra, un psicólogo o un consejero escolar.
Artículo original: Is my child being too clingy and how can I help?
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La Dra. Elizabeth Westrupp es profesora titular de la Universidad de Deakin y psicóloga clínica. Su investigación se centra en comprender los factores biológicos, sociales y ambientales que influyen en el desarrollo infantil y en los resultados de salud mental, y en intervenir de manera eficaz para mejorar la salud y el desarrollo de los niños a largo plazo.
Documentos de Elizabeth Westrupp publicados en Crianza Natural