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Publicado el sábado, 17 de marzo de 2018. Revisado el sábado, 17 de marzo de 2018.
Autor: Tracy Cassels
Tiempo medio de lectura: 8 minutos y 21 segundos
¿Alguna vez le has contado a alguien que no estás satisfecha con tu experiencia de parto? ¿Que te sientes perdida, infeliz, frustrada o algo peor? ¿Y te han dicho que eres una egoísta porque tu niño está bien y todo lo que debería importante es que tu niño esté sano y feliz, ignorando cómo haya venido al mundo? Este giro en la conversación es tan común que imagino que muchas pueden sentirse identificadas. En nuestra sociedad, preocuparse por la experiencia de parto se considera egoísta y desconsiderado. Las que nos preocupamos somos malas y crueles por poner cualquier cosa en la misma esfera que el bienestar de nuestro niño. Sin embargo, la clave está en que me preocupo tanto por mi experiencia de parto precisamente porque quiero que mi hijo esté sano y feliz. Los que nos llamáis egoístas, leed, por favor.
En esencia, todas queremos que nuestro hijo venga sano a este mundo. Pero que un niño nazca sano no significa que el camino haya terminado. Un recién nacido necesita una madre cariñosa (y un padre) que le cuide para ser un bebé feliz y sano, que luego se convertirá en niño, adolescente y adulto. Y la experiencia de parto de la madre afectará, al menos, en los primeros pasos de este camino. Para profundizar, comencemos con una de las funciones centrales de la madre: la lactancia materna. Por desgracia, la lactancia es uno de los aspectos que con mayor frecuencia se ve afectado por la experiencia de parto. Aunque en declive en occidente (¿quizá por estas experiencias de parto?), la lactancia materna proporciona el alimento que biológicamente un recién nacido espera recibir y es una de las formas más rápidas y fáciles de asegurar el vínculo entre la madre y su bebé. Sin embargo, ciertas experiencias de parto parecen tener un efecto negativo sobre la lactancia materna como, por ejemplo, la cesárea2 o los medicamentos en el parto (incluyendo epidural, oxitocina sintética y otros medicamentos utilizados para inducir el parto2,3, aunque es importante señalar que en los hospitales más comprometidos con la lactancia materna no se encuentran diferencias en las tasas de éxito de la lactancia cuando se administra epidural4). Además, los posibles efectos negativos sobre la lactancia materna pueden tener consecuencias adicionales, ya que la incapacidad de amamantar con éxito (cuando se pretende) se ha relacionado con un mayor riesgo de depresión posparto 5. En general, el estrés materno e infantil durante el trabajo de parto y el parto en sí también se ha asociado con retraso en la lactancia6.
Mientras que la lactancia materna proporciona un ejemplo muy específico de los efectos que se desprenden de la experiencia de parto, el problema más generalizado asociado a una experiencia negativa está relacionado con la depresión posparto. En la investigación sobre los factores que predicen la depresión posparto, una experiencia de parto negativa y la separación del recién nacido (típicamente asociada con una experiencia de parto negativa, como puede ser una cesárea de emergencia) continúan siendo los principales predictores de depresión posparto7,8,9,10. En un estudio, las mujeres que experimentaron altos niveles de intervenciones obstétricas y que no estaban satisfechas con la atención recibida durante el parto presentaron más probabilidades de desarrollar síntomas traumáticos coherentes con la depresión posparto8. ¿Y cuál es el efecto de la depresión posparto en un bebé? Los niños cuyas madres sufren este tipo de depresión tienen peores relaciones de apego con sus propios hijos11, muestran peores resultados cognitivos a lo largo de la vida11,12,13, más problemas de comportamiento12 y peor desarrollo emocional 13. Por no hablar de que estos niños también experimentan una mayor reactividad del cortisol ante situaciones estresantes14 y otras anomalías neurológicas15 que pueden tener consecuencias a largo plazo. Ah, y además de afectar directamente a la lactancia materna, una experiencia de parto negativa también puede incidir en ella, de forma indirecta, a través de la depresión posparto16.
Las experiencias negativas en el parto también presentan otros efectos. En un estudio realizado en Suecia, se encontró que este tipo de experiencias afectaron a la reproducción futura17. En concreto, los autores concluyeron que las mujeres que manifestaban traumas del parto dos meses después del mismo, tenían una probabilidad significativamente inferior de tener un segundo hijo en los próximos 8-10 años. De hecho, solo la mitad de estas mujeres tuvieron un segundo hijo en comparación con más del 80% de las mujeres que lo tuvieron después de una mejor experiencia de parto. Los estudios explican esta probabilidad en base a que, mientras que el dolor físico del parto disminuye en la memoria conforme pasa el tiempo, la experiencia de un parto negativo no parece atenuarse, consolidándose en la memoria a largo plazo. En bebés prematuros, se ha encontrado que las experiencias negativas de parto influyen en la interacción madre-hijo después del nacimiento y en los problemas conductuales y emocionales del niño a los 5-6 años19. En otras palabras, los efectos de una experiencia de parto negativa no terminan con el nacimiento, pueden continuar durante años y afectar la salud y la felicidad de nuestros hijos, eso que se supone que debemos priorizar sobre todo lo demás.
Dados los problemas que pueden desencadenarse a partir de una experiencia de parto negativa, difícilmente puede considerarse "egoísta" preocuparse de la forma en que un niño viene al mundo. Por lo tanto, tomarse el tiempo necesario para intentar garantizar una experiencia de parto positiva (ya sea un parto en casa, un parto hospitalario en el agua, un parto no medicalizado, una cesárea necesaria, etc.) no solo no es egoísta, sino que es más considerado respecto a nuestros niños que sentirse mal por haber tenido una experiencia negativa. Los profesionales deben ser muy conscientes de los factores asociados a las experiencias de parto negativas y trabajar para minimizarlos caso por caso. No todas las mujeres tendrán un mal parto por culpa de la medicación, pero algunas sí, sobre todo las que quieren intentar evitarla a priori. La clave es respetarlas. También es importante recordar que a veces ocurren cosas que conducirán a una experiencia de parto negativa y, por tanto, cuando le sucede a una mujer, no deberíamos llamarla "egoísta" por sentirse molesta aunque su hijo nazca sano, sino que deberíamos ayudarla a gestionar esos sentimientos para que su hijo pueda continuar siendo un niño sano y feliz.
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Tracy Cassels es la autora principal de Evolutionary Parenting. Se licenció en Ciencias Cognitivas en la Universidad de Berkeley, California, ha realizado un master en Psicología Clínica en la Universidad de British Columbia y actualmente está trabajando en un Doctorado en Psicología del Desarrollo también en la Universidad de British Columbia, en el que está estudiando como ciertos factores evolutivos afectan al comportamiento empático de los niños.
Documentos de Tracy Cassels publicados en Crianza Natural