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La lactancia materna es como el golf: pequeños cambios suponen una gran diferencia

Publicado el sábado, 19 de enero de 2019. Revisado el sábado, 19 de enero de 2019.
Autor: Emma Pickett
Tiempo medio de lectura: 12 minutos y 35 segundos

Esta semana, en mi grupo de apoyo a la lactancia, un padre tuvo una pequeña epifanía. Su mujer dijo que “nunca antes se había sentido así”. Sólo pasamos 3 o 4 minutos juntos. Mencioné una o dos cosas sobre la forma en que sujetaba a su bebé. Fue suficiente para marcar la diferencia. Como en el golf, notó que con un pequeño cambio en el swing y la posición, el juego se transformaba.

Como asesora de lactancia, estudias durante horas y horas y páginas, páginas y más páginas. Sabes de muchas cosas que ni se mencionan en meses, pero hay al menos veinte cosas de las que hablas casi todos los días.

Muchas madres han logrado transformar su experiencia mediante un pequeño cambio. Están doloridas, temen cada toma, se preguntan cómo cambiarán las cosas y un comentario, que puede que ni siquiera llegue a 20 palabras, hace que todo eso desaparezca al momento. Es una de las razones por las que, contando con la formación adecuada, incluso una matrona o un médico de cabecera con prisa pueden mejorar la lactancia materna, aunque no tengan tiempo para dedicarlo a una larga sesión de apoyo.

Estas son algunos de mis pequeños cambios favoritos para considerar:

1. Coge un vaso de agua. Bebe. ¿Te das cuenta de cómo echas la cabeza hacia atrás y tu barbilla se aleja del pecho? Ahora intenta beber algo con la barbilla apuntando hacia tu pecho. No es tan fácil. Intenta hacerlo cada vez que bebas, y creo que te darás cuenta de que bebes menos, desistes antes que de la otra manera y probablemente sentirás que has tragado aire. Por lo tanto, el ajuste número uno es mantener a tu bebé en una postura en la que pueda levantar la barbilla de su pecho. Si usas la postura de cuna o cuna cruzada, puede que necesites alejarlo de la axila correspondiente al pecho del que está tomando y deslizarlo más hacia el otro. Solemos hablar de “nariz a pezón” porque eso favorece que el bebé alcance el pezón con la cabeza inclinada hacia atrás. Si usas la postura de rugby, es muy importante que el bebé no esté demasiado adelante, ya que tienden a terminar encorvados alrededor de la teta, con la barbilla inclinada hacia su pecho.

2. No sostengas la cabeza del bebé demasiado arriba ni empujes la cabeza del bebé hacia el pecho. Los bebés son inteligentes y saben proteger su respiración (por lo que no necesitamos hundir el pecho con el dedo para hacerle sitio a la nariz del bebé). La naturaleza les ha provisto de un reflejo, por lo que pueden molestarse mucho si alguien les empuja la cabeza de forma que no puedan autoliberarse en caso de ver su respiración comprometida. Incluso puede que hagan fuerza hacia atrás y no consigan un buen agarre. A veces, incluso, se niegan completamente a mamar. Por lo tanto, sostén la cabeza por la base del cráneo, alrededor de los hombros, el mentón y la zona de las orejas, pero no más arriba. Imagina a Elvis en sus últimos años en Las Vegas, con esos collares incrustados de diamantes. Tienes que sostener toda esa parte del collar de Elvis en tu bebé y no más arriba. Incluso así sostenlo tan suavemente como puedas, solo lo suficiente como para dar apoyo a su cabeza sin demasiada tensión ni firmeza.

3. Cuidado con el mito del cojín. No miento cuando digo que la mayoría de personas que conozco que usan cojines de lactancia lo hacen de una manera que les complica más la vida. El hueco entre tu regazo y la caída natural de tu pecho probablemente difiere mucho de la de tu pareja. Va a depender de la longitud de tu torso, el tamaño de tu pecho, la forma en que caen tus pechos y la altura de tu regazo, que varía según la silla. También va a depender de la forma de tu bebé. Entonces, ¿cómo es que a todo dios nos dicen que el mismo tamaño de cojín de lactancia se adapta a todo el mundo?

Una vez tras otra, las madres más altas se desploman hacia adelante, encorvándose sobre su bebé acostado en el cojín. “Este cojín debe estar bien. ¡Solo debo contorsionarme un poco para llegar a él!”

Y las mujeres más bajas también piensan que el cojín seguramente es la respuesta, por lo que ponen al bebé sobre el cojín y umm..., no hay espacio entre el pecho y el cojín para que el bebé encaje. A menudo terminan levantando sus pechos para que el bebé quepa debajo. Después, puede que tengan que sostenerse los pechos durante toda la toma, comprimiendo los conductos y causando dolor en las manos y, por lo general, variando la posición del pecho durante toda la toma, por lo que las cosas bambolean. O pueden poner al bebé sobre el cojín y este quedar demasiado lejos de ellas, de manera que a veces ni siquiera se tocan el mentón y el pecho del bebé con la madre.

Los cojines pueden ser útiles para apoyar los brazos de la mamá, pero normalmente no funciona el hecho de que el bebé no sea sostenido por la madre y quede completamente sobre el cojín. Lo que a menudo funciona no es un cojín, sino que la mamá se incline un poco hacia atrás. Consulta http://www.mothering.com/articles/natural-breastfeeding/

4. El bebé debe estar ceeeerca. Si puedes ver los botones de la parte delantera del pijama del bebé, probablemente estás demasiado lejos. Si el brazo del bebé está entre tu cuerpo, probablemente estás demasiado lejos. Si tu ropa está hecha un gurruño y tenéis un cojín de lactancia en medio, probablemente estás demasiado lejos. Una vez atendí a una madre que sentía dolor en las tomas nocturnas. Usaba la misma butaca y exactamente la misma postura que durante el día, pero por la noche se sentía molesta e incómoda. Resultó que la diferencia era que el bebé llevaba puesto un saco de dormir por la noche. Tan solo unos cuantos milímetros más de tela hacían que el pecho y la barbilla del bebé se alejaran un poquito más del cuerpo de la madre y que el pezón no llegara a la boca del bebé con suficiente profundidad. La barbilla del bebé debe estar cerca de la teta. No funciona si la barbilla del bebé no toca la teta. Y la barbilla no puede tocarla si el tórax está demasiado lejos.

Es frecuente que una madre exprese: "¡Ya no me duele!", seguido de "¡No lo tenía lo suficientemente cerca!"

5. Las mamás juguetean y 'revisan el agarre'. Es totalmente comprensible que, cuando alguien te dice que la boca del bebé debe estar de una determinada manera y que el labio inferior debe sobresalir como el de un pez, ¡pienses que debes controlarlo! Pero en el momento en que apartas la mejilla de tu bebé y rebuscas un poco, estás modificando algunas cosas. Es mejor echarle un vistazo al bebé mientras se acerca a la teta y observar cómo te sientes con el agarre, y también fijarse en el aspecto del pezón cuando sale de la boca del bebé (puede estar alargado pero no debe aplastarse en la punta). Si el bebé está lo suficientemente cerca, normalmente no se pueden ver sus labios. La parte redondeada de la mejilla del bebé está en contacto con el pecho y los labios permanecen ocultos a la vista.

6. Y, ya que hablamos de labios, el labio superior no necesita evertirse y parecer el de un pez. Puede quedarse en una posición neutral. Un labio superior excesivamente evertido puede evidenciar, incluso, un agarre superficial. He conocido a varias mamás a quienes les han dicho que el labio superior debería sobresalir e incluso que se lo giren para conseguirlo. Que esté enrollado no es lo ideal, pero no necesita girarse.

7. Los bebés se van hundiendo. Puede que las mamás comiencen con el bebé sobre un cojín blando y, a medida que avanza la toma, la gravedad hace de las suyas y el bebé comienza a hundirse. El movimiento puede ser imperceptible, pero es suficiente para alejar al bebé del pecho. ¿Esa almohada de embarazo rellena de semillas que, según los fabricantes, era excelente para amamantar? Bah. Si está rellena de semillas, es probable que se hunda. ¿Tu almohada de cama favorita llena de plumas? Va a hundirse ¿Sostener todo el peso de tu bebé en tus brazos y manos y sentada bien recta? Te vas a hundir. No estás diseñada para mantener el peso de tu bebé en esa postura durante largos minutos cada día. Si terminas una toma frotando tu muñeca y pensando '¡Uf, me alegro de que se haya terminado!', tienes una buena pista. La gravedad es tu enemiga. Necesitas encontrar una postura que puedas mantener. Puede que exista un cojín adecuado para ti (o más de uno), aunque, insisto, podrías probar simplemente a recostarte. Los bebés también se enganchan mejor cuando están firmes. Si sienten que se resbalan, puede que incluso tomen medidas drásticas y hacer las cosas aún más dolorosas.

8. ¿Qué pasa con la parte inferior de la mejilla? La mayoría no tenemos pezones que sobresalgan en un perfecto ángulo recto. Entonces, ¿por qué tantas amamantamos a nuestros bebés como si los tuviéramos? El bebé está "tripa con tripa", de manera precisa, y acostado sobre un cojín de lactancia como si nuestros pezones apuntaran directamente al frente. De hecho, la mayoría de las mujeres tenemos pezones que apuntan ligeramente hacia abajo (o hacia un lado y hacia abajo), pero colocamos al bebé en la posición de "ángulo recto" de todos modos. Lo que termina sucediendo es que la parte superior de la mejilla (que la madre puede observar en la postura de cuna o cuna cruzada) aparece perfecta y redondita cerca del pecho. Sin embargo, la parte inferior de la mejilla puede estar a centímetros del cuerpo de la madre dejando un hueco inútil, ideal para que entre aire y para provocar un agarre superficial. Pide a quien puedas que te confirme que la parte inferior de la mejilla también está tocando el pecho. Atiende a la forma natural de tu cuerpo. Es posible que tu bebé deba mirar hacia tu hombro en vez de al respaldo de la silla. Tal vez tengas que poder verle ambos ojos.

9. Oreja, hombro y cadera alineados. Vuelve a coger un vaso de agua. Gira el cuello e intenta dar un trago. Es realmente difícil. Y si cada vez te cuesta más beber, probablemente tragarás aire y acabarás por dejar de beber. No puede ser que el bebé, tumbado de espaldas, tenga que girar el cuello para llegar a la teta. Tenemos que procurar que la oreja, el hombro y la cadera apunten en la misma dirección. Incluso puede ser problemático que el torso esté alineado y la cadera girada.

10. Observa tu cuerpo. Mira, una madre tomando un café (sí, se puede tomar café) con el bebé apoyado en un solo brazo. ¿¡Cómo!? ¿Puedo hacer yo eso? Ya sabes, como cuando vamos a la peluquería con la foto de una famosa y le decimos a la peluquera “¡Quiero esto!” Pues también ocurre en la lactancia materna. “¿Puedo agarrar a mi bebé como esa madre que he visto?”

Algunas veces la respuesta es que sí y otras veces es que no. El húmero es el hueso que va entre el hombro y el codo. A veces, la relación entre el húmero y la altura de la teta no es la ideal para según qué postura. ¿Húmero largo y teta muy firme? Puede que no logres una buena postura de cuna. En serio, puede que NUNCA logres una postura de cuna. El bebé quedará muy bajo. ¿Húmero corto y teta muy caída? Puede que no logres hacer lo de esa mujer que has visto tomando café. Puede que necesites siempre agarrar el pecho con la mano si deseas amamantar en postura de cuna.

No se trata solo de las imágenes que aparecen en los libros de lactancia materna o de lo que pueden hacer las demás. Se trata de la forma de tu cuerpo y del de tu bebé. ¿Necesitas tener en cuenta los brazos de la silla de ruedas? ¿Necesitas pensar en cómo cambia la consistencia de tu pecho a lo largo del día? Es todo muy particular. Tratar de que te funcione lo general es inútil, por lo que puede ser muy conveniente obtener ayuda individual, adaptada a ti, cara a cara.

11. Procura que la lengua del bebé tenga más espacio en el pecho. Es posible que hayas escuchado hablar de que el bebé tiene que coger más bocado de la parte inferior del pecho. O que hayas podido ver algo de areola sobre el labio superior y menos (o nada) debajo del inferior. Si el bebé tiene más espacio para la lengua en el pecho, puede meter más teta en la boca y lograr un agarre más profundo. Cuando el pezón está entrando, imagínatelo apuntando hacia el paladar del bebé en lugar de hacia la garganta. Intentarlo un poquito más merece la pena.

12. No hagas que tu bebé coma algodón. La ropa de lactancia también da por sentado que todas somos iguales. Si cuando abres una pequeña abertura encuentras el pezón escondido por ahí, estoy bastante segura de que a tu bebé le pasa lo mismo. Lo mismo que si su nariz y mejilla quedan en contacto con la tela. Incluso he visto bebés con tela en la boca con una expresión de resignación del tipo: "Esto es lo mejor que voy a conseguir". Se puede salir del paso, sensatamente, con cualquier chaquetilla que tengas por ahí. Puedes aplicar distintas capas que cubran zonas diferentes. Y un simple clip puede servir para sujetar la tela (y no andar sujetándote la ropa con la barbilla para evitar que tape la cara del bebé).

Como digo, en realidad no son cosas complicadas. Es de lo que solemos hablar para ayudar a amamantar, lo que indicamos cada día en los grupos de lactancia materna. Y, al mismo tiempo, insistimos en que NO es “normal” sentir dolor a los 10 días ni que los pezones solo necesitan acostumbrarse. Si sientes que amamantar es demasiado difícil, recuerda que podrías estar a un paso de solucionarlo.

Artículo original: https://www.emmapickettbreastfeedingsupport.com/twitter-and-blog/breastfeeding-is-just-like-golf-a-tiny-adjustment-makes-all-the-difference


Sobre Emma Pickett
Tras trabajar como profesora adjunta en Londres, Emma se formó como asesora de lactancia en la Asociación Breastfeeding Mothers (www.abm.me.uk), que actualmente preside. En 2011 obtuvo su certificación IBCLC y desde entonces combina una pequeña consulta privada con el voluntariado presencial y respondiendo llamadas en la línea de ayuda nacional para la Lactancia Materna. Fue ponente en la conferencia de UNICEF Baby Friendly UK sobre el tema de la alimentación receptiva y es autora del libro You’ve Got It In You: a positive guide to breastfeeding.

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